Hoy quiero escribir sobre la suculencia, un rasgo que me ha inspirado desde hace muchos años y ha permeado todo el trabajo que hago. La suculenta aparece tanto en mi logo personal como en el logo de Re-Vision Academy, posicionando este símbolo en el centro de la identidad individual y colectiva que he venido construyendo. En mi página web la describo con mis palabras (ver abajo). Pero también, aquí quiero darle más matices y “carne” a esta exploración de la suculencia, incluyendo el origen y el fondo de mi interés por el tema.
Primero, definamos suculencia. Esto es lo que escribo en mi página web: “Mi símbolo es la planta suculenta. La suculencia tiene que ver con tener sustancia, fuerza de vida, pasión. También tiene que ver con la resiliencia – sobrevivir en ambientes difíciles. Es lo que hace una planta suculenta – acumula savia que la sostiene en la sequía. Es una planta adaptable a su entorno y gran diversidad de condiciones. La suculencia es también autenticidad, conexión con eso que nos hace únicos. En otras palabras, la suculencia es un buen atributo para vivir una vida auténtica y sabia.”
Quiero reconocer a Sark, quien me introdujo a la suculencia. La inspiración de vivir una vida suculenta vino de una persona en particular, de nombre “Sark”. Su libro “Succulent Wild Woman” (Mujer Suculenta y Salvaje) llegó a mis manos en la universidad, cuando estaba descubriendo el mundo de lo femenino, cursando en una universidad de solo mujeres (Mount Holyoke College), luego de haber leído el icónico libro “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estes. Sark le puso color y personalidad al concepto de la mujer salvaje, asociándola a una textura muy particular, que es la suculencia y que ella define de una manera casi idéntica a la mía y resuena totalmente.
Veamos cómo define Sark la suculencia. La suculencia, según define Sark, encarna cualidades como estar maduro, jugoso, completo y exuberante, transmitiendo una sensación de plenitud y riqueza. El concepto, inspirado en las plantas suculentas, enfatiza la autosuficiencia, el nutrirse desde dentro y no depender de la validación externa o recursos para sentirse completo. La definición de Sark se extiende al crecimiento personal, sugiriendo que los individuos pueden "despertar" a su propia suculencia y “wildness” (el ser salvajes), expandir su creatividad y autenticidad, y encontrar alegría y amor verdadero dentro de sí mismos. Esta interpretación filosófica y emocional de la suculencia es acerca de abrazar una vida llena de vitalidad, resiliencia y autenticidad, reflejando la suculencia botánica de las plantas que prosperan en entornos desafiantes.
Si lees cualquier libro de Sark, puedes percibir su suculencia inmediatamente. Verás que ella los escribe a mano, con párrafos de distintos colores y con dibujos a mano alzada, a veces incompletos, y siempre muy evocadores y simpáticos, honrando su impulso creativo. Ella se da total licencia a expresarse de manera libre como escritora y esto ya abre posibilidades de cómo podemos ser, más allá de la convención. Con esto nos invita a salir de la caja de esa “mujer sobre-domesticada” que señala Pinkola Estés, y no estar buscando aprobación y ser obediente en un mundo patriarcal y desalmado.
La suculencia se vive en el cotidiano. Para dar un ejemplo, hoy que estoy grabando unas entrevistas para el congreso virtual “Purpose Sages” que lanzo pronto, tuve un momento suculento. Justo antes de mi entrevista escuché un ruido, y era un pájaro que se había estrellado contra el vidrio de mi balcón. Salí y estaba el hermoso pajarito amarillo en el suelo, atortolado. Lo agarré en mis manos y lo acaricié. Cuando arrancó mi reunión por zoom, le compartí a mi colega (y a los futuros oyentes) del anécdota con el pájaro, que tenía en mis manos. Fue insólito que el pájaro quiso volar cuando en la entrevista se habló de una mujer que se liberó de sus creencias falsas. El estar presente para esa sincronicidad llenó el espacio de suculencia y magia. Otra persona desconectada de la suculencia tal vez no habría celebrado este regalo de la vida.
La suculencia es un antídoto a la deshumanización. Una conversación suculenta nos trae al presente, interrumpe el ritmo frenético en el que a veces operamos, como máquinas. Nos abre no solo el corazón sino también nuestra corporalidad y espíritu, para activar la vitalidad disponible y entrar en el flow y el gozo. Un momento suculento nos restaura la magia de vivir, saliendo de esa mente a veces demasiado racional y lógica, para recibir inspiración y contemplar el misterio del existir. La suculencia nos permite hablar desde nuestra verdad, sin tapujos, que de por sí, es un acto sanador y liberador.